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El material 'español' encontrado en las momias revela que el Antiguo Egipto no era una civilización como muchos la imaginan

Un antropólogo español desmonta, desde Luxor, los mitos más extendidos sobre la momificación

La momificación egipcia

La momificación egipcia

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En su 'Historia de los egipcios', el escritor Isaac Asimov definía al Antiguo Egipto como "el pueblo más conservador de la Historia (con la excepción, quizás, de los chinos)", en alusión a la resistencia de la civilización del Nilo a abrirse a otras culturas. Sin embargo, un equipo de investigadores españoles que lleva varios años investigando un conjunto de monumentos funerarios y enterramientos en el proyecto Djehuty, cerca de Luxor (Egipto), puede contradecir esta afirmación.

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El antropólogo Jesús Herrerín, uno de los españoles que forman parte de esta investigación, ha compartido con SER Historia los detalles sobre sus hallazgos —recogidos en el libro La momificación egipcia: la vida eterna paso a paso— y ha desterrado algunos de los mitos más extendidos sobre la cultura egipcia y, en particular, sobre las momias.

"Democratización" de la momificación

Por ejemplo, una de las creencias más populares es que la momificación se reservaba sólo a las clases más pudientes. Es cierto que en un principio era así, pero Herrerín habla de una "democratización de la momificación": "Efectivamente, en un principio era sólo para los faraones; luego, sólo las familias; luego, las familias y los sumos sacerdotes; luego, las familias, los sumos sacerdotes y los altos funcionarios; y por último, ya todo el mundo intentaba momificarse para conseguir llegar al más allá y disfrutar de ese premio".

Tampoco es cierto que se tratara de un fenómeno local de Egipto. "La cantidad de materiales que se utilizaban nos habla de un comercio impresionante, de un imperio que importaba materiales para la momificación desde unas distancias increíbles", apunta Herrerín. De hecho, los investigadores han hallado sudarios con colores rojos, fruto de la utilización de plomo. "Ese plomo se ha rastreado gracias a las herramientas que ahora mismo poseemos y se ha visto que provenía de las minas de Riotinto [en la actual provincia española de Huelva]".

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"También tenemos resinas de árboles que son centroafricanos o incluso de la India", señala el antropólogo. "Entonces esas resinas, esas sales, esos aceites esos tintes, crearon una red comercial impresionante con el fin de conseguir momias. Como yo soy un entusiasta de esto, lo veo como una cosa verdaderamente espectacular, ya que estamos hablando de que hace 4000 años había un comercio, unas redes comerciales absolutamente abiertas que hacían que la sociedad tuviera contacto con otras culturas y que el progreso de la sociedad egipcia, que estaba mucho más avanzada que las otras, se pudiera también contagiar hacia esas poblaciones", resalta.

A su juicio, esto refleja que "la momificación no es un hecho aislado egipcio, sino que tiene unas ramificaciones sociales, económicas y culturales muy interesantes". "Esa idea que ellos tenían del más allá llegó hasta muchas otras culturas", subraya. Como ejemplo, explica que la utilización de amuletos como el escarabajo o el ojo de Horus se extendió por todo el Mediterráneo. "Eso lo podemos ver en todo el Mediterráneo y eso viene de aquí [de Egipto]. O sea, que realmente la momificación sí es una cosa egipcia, pero digamos que, si lo estudiamos bien, nos damos cuenta de que es una mnera de que el imperio se asome a otras culturas y de que otras culturas también puedan absorber algo del auge de lo que se estaba haciendo aquí", concluye.

Una cultura que no dejaba atrás a los débiles

Otro aspecto desconocido de la sociedad egipcia que ha salido a relucir gracias al análisis de las momias es la atención que ya entonces recibían algunos de los miembros más débiles de la población.

"Hemos sacado cosas verdaderamente espectaculares. Por ejemplo, hemos sacado una momia que había padecido un ictus. Es el primer caso de ictus de toda la historia de la paleontología, una momia que tiene solamente casi 4000 años. Hemos sacado también diversos tipos de cánceres, hemos sacado un sarcoma, un lipoma... En fin, varias cosas que nos indican que esta sociedad era una sociedad muy solidaria y que había gente que tenía enfermedades tan invalidantes, sobre todo las últimas partes de estas enfermedades, en las últimas fases, en las que era imposible que pudieran llevar una vida laboral plena; y, sin embargo, sobrevivieron años porque tenían ayuda, ayuda familiar, ayuda de la sociedad en sí. Y eso es muy interesante porque nos está hablando de una sociedad que cuida a los débiles, que no los aparta, como hemos visto en otras culturas, en las que los niños que salían con malformaciones eran desechados", destaca Herrerín.

Además, en uno de los últimos capítulos de su libro, Herrerín y el paleopatólogo (especialista en enfermedades antiguas) Miguel Ángel Sánchez, desarrollan una nueva teoría que han bautizado como "prótesis para la otra vida": "Los embalsamadores no se conformaban con conservar el cuerpo tal y como la religión egipcia demandaba. Además, intentaban arreglar si esa persona había tenido algunas carencias o alguna amputación o habían perdido dientes, o había tenido dolores, artrosis y demás. También corregían posturas, las hacían normales, digamos, para que en la otra vida esa persona pudiera disfrutar plenamente de un más allá con sus familias y con los dioses".

 
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